La mayor parte de las investigaciones
realizadas en torno a esta temática inician principalmente con la precisión
conceptual del término caricatura. Muchos de los escritos consultados definen
el concepto teniendo como fuente principal los diccionarios de la época en
donde fueron concebidas éstas. Por ejemplo el texto de “Caricatura en
Bucaramanga,”[1]
coordinado por Beatriz González, toma como punto de partida el concepto de
caricatura que emplea un diccionario del siglo XVII donde “la caricatura es una
exageración burlesca de las partes mas marcadas de la cara de modo que el
parecido se conserve y se pueda reconocer la cara de la persona de la cual se
hace la carga.”[2]
Siguiendo el ejemplo de esta investigadora tomamos como referente conceptual un
diccionario actual como el Larousse, para ver si existe alguna variación de la
idea tenida en el siglo XVII con respecto a la que se concibe hoy por hoy como
caricatura, encontrándonos que para éste la caricatura “es una figura ridícula
en la que se deforma las facciones y el aspecto de algunas personas.”[3]
Esta conceptualización distante en
épocas no difiere mucho aunque nos revela en una primera instancia un concepto
básico similar, nos ayuda a establecer los elementos iníciales que constituyen
una caricatura como: la exageración, el recargamiento de los rasgos más
sobresalientes en una persona, la deformación, entre otras. De esta manera
estos dos conceptos nos perfilan hacía los principales ingredientes que
estructuran este tipo de imágenes.
Por otro lado existen autores que
rompen el esquema descriptivo como lo hace Ramón Columba refiriéndose a la
caricatura como “una chispa que busca iluminarnos el alma, a través del lápiz,
la pluma o el buril del Artista”[4] o por el contrario
aquellos que posan su mirada un poco mas alejada del concepto y se atreven a
darle un valor agregado como lo hace Baudelaire al referirse a la caricatura
como una imagen que posee una relación estrecha “con todo los hechos político y
religiosos que han conmovido a la humanidad, graves o frívolos, relativos al
espíritu nacional o a la moda.”[5] Estos autores nos ayudan a
enriquecer el concepto de caricatura en la medida en que señala la relación
intrínseca que existe entre la caricatura y los distintos acontecimientos
emanados del diario vivir del hombre, hechos o acontecimientos que deben ser
atendidos por los historiadores en busca de aquellas huellas dejadas en tan
completas imágenes.
Esta idea será afianzada por
investigadores más contemporáneos como Thomas Milton Kemnitz, experto y
conocedor del tema, el cual considera que “las caricaturas son una fuente o
recurso para los historiadores que se ocupan del estudio de la opinión pública
y de las costumbres o hábitos sociales en la medida en que ellas se ocupan de
tales asuntos”[6]
En esta misma línea de pensamiento se
encuentra J. Enrique Peláez Malagón, investigador español que opta por el
concepto de que la caricatura es “una imagen unida al grabado o a cualquier
otro tipo de reproducción masiva que consiste en una reducción o síntesis visual por medio de líneas en donde las personas
u objetos son representados y la idea de agresividad, degradación, juego
fantasía o vertiente humorística están en mayor o menor medida patente con el
fin de crear un código con el que se pueda representar una opinión, una
crítica, o en definitivas un contenido que se quiere dar a conocer en relación
a una persona, una idea o una situación determinada”[7]
Frente a este concepto es apropiado
mencionar su importancia en la medida en que se amplía e inserta nuevos
elementos que no eximen de la caricatura sus características visuales y
estéticas, sino que por el contrario las subraya y complementa al querer
manifestar que la caricatura alcanza a recoger una opinión importante de la
sociedad, siendo esta decodificada por el sujeto que visualiza este tipo de
imágenes, realizando así una lectura y asociación de un hecho o acontecimiento
determinado de la realidad inmediata. Otra de las características que podemos
extraer de esta definición es la tímida relación que se le atribuye a la
caricatura como objeto de investigación histórica, puesto que uno de sus
principales componentes es su estrecha relación con la vida religiosa,
cultural, social y política del hombre.
Es claro hasta el momento la definición
de caricatura y sus distintos elementos que la componen. Pero ¿caricatura y
caricatura política significan lo mismo? Puede que a simple vista sí, puesto
que estas dos definiciones tienen en común su estructura básica con la
diferencia que a la segunda se le adiciona un adjetivo. Pero conceptualmente
hablando podemos decir que sí existe diferencia, ya que la primera hace referencia específicamente al
concepto visual de la imagen y la segunda precisa el objetivo específico que
compone ese conjunto visual. En pocas palabras la primera abarca una idea
global, mientras que la segunda señala un propósito particular.
Esta definición de caricatura política
ha sido acuñada, al igual que la definición básica de caricatura, por distintos
investigadores interesados en dicha temática. Uno de ellos J. Pelaez Malagón
plantea que la caricatura política “es aquella cuyo tema gira en relación a
cuestiones estrictamente políticas, desde un nivel local o internacional en la
que no solo se representan a diversos personajes contemporáneos, sino que
además también son representado por imágenes conceptuales, decisiones u
opiniones sobre política en general”[8]
L. Strercher otro interesado en este
tema reconoce que este tipo de caricaturas “representan figuras reconocidas o
genéricas (como un partido, una nación, el pueblo, etc.) Situaciones o hechos
reales, claro, desde una perspectiva deformadora que exagera los rasgos
sobresalientes o distintivos, trabajo con parlamentos o frases dichas por
alguna autoridad, lo cual indica que el caricaturista se preocupa por darle identidad
a sus creaciones, está interesado en que se reconozca a quien (es) y a que
situaciones ha dibujado, todo ello con el ingrediente de la ironía o la
mordacidad”[9]
Es importante mencionar que para la
comprensión de estas imágenes se necesita conocer el estado en que se encuentra
la política de la época en cuestión, además del desarrollo periodístico y
técnico de las artes gráficas, sin dejar de un lado el contexto social y
artístico del momento en que fueron creadas.
Con la misma fuerza e interés que los
anteriores investigadores y elaborando toda una serie de trabajos de carácter
histórico en donde la caricatura es su objeto de estudio, Darío Acevedo Carmona
identifica una serie de características adecuadas para tener presente al momento de identificar y
estudiar la caricatura política. La primera de estas cualidades consiste en “la deformación o
exageración de los rasgos de los personajes”; la segunda, se encarga de “los
personajes, situaciones, lugares y hechos que figuran en
los dibujos” los cuales son identificables para el lector; la tercera, se
inspira en “hechos de la actualidad política doméstica e internacional”; la
cuarta, de “las historias, imágenes, metáforas y alegorías que se constituyen
en síntesis o simplificaciones de una situación o personaje, dicen mucho en muy
pocos trazos o líneas”; la quinta, donde existe dislocación o trastrocamiento
de hechos o de cosas dichas y responsabilidades; la sexta, la que tiende a
señalar cualidades humorísticas y artísticas, particularmente las del dibujo, y
por ultimo las que constituyen armas de
ataque o de defensa”[10]. Además
de lo anterior, éstas son apoyadas en tradiciones iconográficas al utilizar
símbolos, alegorías y signos entresacados del contexto cultural en el cual se
movía el caricaturista y su órgano de expresión como sugiere este autor.
Como lo he dicho
anteriormente, son muy pocos los documentos y escritos realizados en torno a
este tema y muy pocos también los que se atreven a delimitar y escudriñar el
concepto con el propósito de llenar el vacío existente, por tal motivo creo
conveniente estas precisiones conceptuales, con el fin de destacar las cualidades
fundamentales del concepto de caricatura política que en los textos de autores
nacionales vistos hasta el momento, les ha faltado una elaboración mas profunda
y precisa, con la posibilidad de lograr una idea mucho mas diáfana de lo que
realmente llega a representar la caricatura y en especial la caricatura
política.
Autor.
Andrés Felipe González Bolaños
Historiador de la Universidad del Valle
(C) Maestría en Filosofía Universidad del Valle (Colombia)
Magister en Historia Social Universdiade Federal do Pará (Brasil)
(C) Maestría en Filosofía Universidad del Valle (Colombia)
Magister en Historia Social Universdiade Federal do Pará (Brasil)
Doctorando en Historia Social Universidade Federal do Pará (Brasil)
Docente Facultad Ciencias Sociales y Humana.
Institución Universitaria Antonio José Camacho.
[1] Caricatura en Bucaramanga, Banco de la Republica , Museo de Arte
Moderno de Bucaramanga, 1987, Historia de la caricatura en Colombia, Numero 7.
[2] Ibíd. p. 7
[3] Enciclopedia
Larousse, Larousset, t. 3.p. 270.
[4] Ramón Columba. ¿Qué es la caricatura? Buenos
Aires Argentina, Editorial Columba, Marzo de 1959.
[5] BAUDELAIRE Charles, Lo
Cómico y la Caricatura ,
Madrid, Ediciones Visor, 1988.p.15
[6] Kemnitz,
Thomas Milton, “The cartoon as a historical source” en Journal of Interdisciplinary History IV:I (summer, 1973),
Massachussets of Institute Technology, USA .
[7] J. Enrique Peláez Malagon. El Concepto de la Caricatura como Arte en
el siglo XIX. http://sincronia.cucsh.udg.mx/caricatur.htm.
[8]
Ibíd.
[9]
Darío Acevedo Carmona, Es la
caricatura política una Fuente para la Investigación de la Historia
Política.
[10] Ibíd.
[11] Este escrito es un pequeño fragmento de mí trabajo monográfico de pregrado titulado: La caricatura política en "El Relator" una expresión de la cultura política. 1926-1930. Defendido en el año 2007, en el Departamento de Historia de la Universidad del Valle, para optar al título de Historiador.
[11] Este escrito es un pequeño fragmento de mí trabajo monográfico de pregrado titulado: La caricatura política en "El Relator" una expresión de la cultura política. 1926-1930. Defendido en el año 2007, en el Departamento de Historia de la Universidad del Valle, para optar al título de Historiador.